Quince días lleva a la venta la Gibson. En otros tiempos y ese precio hubiera durado un día, pero con la crisis, la desaceleracion económica o como oséis llamarla, no hay movimiento alguno. Cansado de verla parada, el otro día me la volví a colgar y ahora resulta que en la posición de en medio, la que combina las pastillas P90 del mástil y la cebra del puente, el sonido mola muchísimo. Ahora, viendo que no hay ofertas ni decentes ni indecentes por ella, pues igual no estaría mal que se quedara en La Casa de Espinete. Incluso, si no la vendo, he pensado en cambiar la pastilla cebra, que para mi gusto es demasiado afilada, muy muy cañera.
Aprovechando que me colgué de nuevo la Gibson, Jose estuvo probando la Fender, y la verdad es que el chico se encontró bastante a gusto. Aunque en el fondo le tiene demasiado cariño a su Rickenbaker como para pensar en usar otra guitarra… La cuestión no era esa, la cuestión era experimentar un poco con nuevos sonidos. Estuvimos más de una hora con «Nuestro ejército». La tocamos de mil maneras diferentes y al final volvimos a interpretarla como al principio. Pero todavía le queda…
También comenzamos con otra canción nueva. Cada vez que escucha un tema nuevo, Jose suele decir: «Qué canción más rara, ¿no?». Y Josep contesta: «Sí, pero me mola mucho». Habitual diálogo de besugos entre ambos. Ah!, a Nico también le gustaba… Merluzo es él.
Josep