Son las 15:30 de la tarde. Nos han dejado una furgoneta que normalmente la utilizan para llevar abonos y maquinaria agrícola. Nos tiramos una hora tratando de adecentarla. Limpiarla hubiera sido cuestión de contratar al Sr. Lobo de Pulp Fiction.
Cargamos a la furgo. A las cinco menos diez de la tarde Josep le da al contacto de la furgo y de repente comienza a salir humo de la parte de atrás. Algo se quema. Efectivamente, se ha pegado fuego parte de la instalación eléctrica que da luz a la parte trasera. Después del sobresalto salimos sin música, porque el radio cassette está chapado a la antigua. Vamos a ajustar el espejo retrovisor. Resultado, nos quedamos con él en la mano. Uff!, el viaje promete.
Llegamos a la Font de la Figuera dirección Yecla y de repente todos parados. Media hora sin movernos un pelo. Vicente se pone de conductor. Avanzan los coches y por fin llegamos a Yecla. Tom Tom nos deja en la puerta de Disco Lurios. La sala es grande, pero parece que el equipo no funciona. Alguien dice, «hey, aquí hay un cable cortado». Allí no se puede hacer el concierto. Llevamos tres horas en la sala y no hemos probado. Nos toca desmontar y montar en otra sala más pequeña. En el breve traslado alguien le da un rodillazo al ampli de Josep y le dobla el jack. Se lo han cargado. Otra factura que pagar. Lo enchufa y funciona. Suerte. Nosotros no teníamos la culpa de lo que estaba pasando allí, pero como somos tan cenizos que nos ponemos a discutir entre nosotros presos de los nervios y acabamos todos mosquedados. Malas caras. Nos planteamos si nos volvemos a casa. Hay división de opiniones. Al final decidimos quedarnos y tocar. Luego nos reconciliamos un poco.
Prueba de sonido. Bestial, no se oye nada bien, pero bueno… Nico se guía por los movimientos, a él no le llega nada de música. A mitad de concierto el micro de Josep deja de funcionar, pero como no nos oíamos, ni nos damos cuenta, hasta que viene un chico y nos cambia el cable. Se acaba el concierto. Gracias a los que aplaudieron. Fueron muy pocos. Se da la circunstancia de que por primera vez acabamos una canción y nadie nos aplaude. Nadie, ni siquiera Carlos. El público está formado en un 99 por ciento de seguidores de la música punk, hard core y algún heavy. Buena gente todos, pero no pegamos ni con cola.
Se acaba el concierto. Suben los otros chavales. Ni siquiera llevaban jacks. Tememos por nuestros amplis porque en el escenario se suben tropecientos a hacer el cabra. Al final, acaban tras tres bises y recogemos a toda leche porque se ha hecho muy tarde. Adiós, gracias por todo. Volvemos a casa.
La vuelta un cachondeo. Vicente dice, «me lo he pasado genial». Pero es que Vins es otro mundo. Volvemos con la sonrisa en la cara. Estamos reventados. Descargamos. Nos damos un abrazo. La furgo ha aguantado. Nuestros cuerpos también.
PD: Gracias a los miembros de la Asociación Viernes XIII por su voluntad para que el concierto saliera adelante. Sabemos que pusieron todos sus medios en ello. De todas formas, de las malas experiencias se aprende.